Camarzana de Tera: Los gigantes hispanolusos que tumbó la covid-19
Son el alma de las fiestas y llevan la alegría por donde quiera que van. Los gigantes y cabezudos hacen reír y también llorar a los más pequeños. Son muchos los que corren despavoridos cuando les persiguen, pero también los que quieren agarrarse a sus manos o bailar junto a ellos.
Estos populares personajes cuentan con gran tradición en la provincia de Zamora en pueblos como Camarzana de Tera, en la comarca de Benavente y Los Valles, donde cada mes de agosto desde hace doce años se celebra un encuentro de gigantes y cabezudos que reúne a grupos de diferentes puntos de la geografía nacional y de Portugal, con la asistencia de 400 participantes.
Esta vez, el coronavirus ha podido con el certamen que organiza desde el año 2009 la Asociación Amigos de los Gigantes y Cabezudos de Camarzana de Tera, que ha decidido suspender hasta el próximo año, por cuestiones de seguridad, el evento que venía realizando el sábado previo al 15 de agosto y que hubiera cumplido su duodécima edición.
Es un verano atípico para los setenta integrantes de la asociación, que cada año se encargan de organizar esta cita, en la que han llegado a participar hasta quince grupos de zonas como Castilla y León, Cataluña, el País Vasco o las ciudades portuguesas de Braga y Vila Real.
Los socios tampoco asistirán a encuentros, desfiles y jornadas de exaltación en otros lugares con tradición gigantera.
«El encuentro, en principio, se deja para el año que viene porque durante el desfile se agolpa una inmensidad de gente y es imposible controlarlo. Hemos decidido dejarlo para el año que viene, a ver si todo cambia y podemos realizarlo», explica Herminio Rodríguez Panizo, que tiene 59 años y es presidente de Amigos de los Gigantes desde que se creó la asociación en el año 2005.
Desde entonces, el impulso que han recibido estas figuras en la localidad ha sido importante, ya que Camarzana ha pasado de tener las cinco figuras iniciales, que eran dos gigantes y tres cabezudos, a contar con 16 personajes en total, seis gigantes y diez cabezas. «La asociación se creó por la inquietud de un grupo de personas a las que nos gustaba este mundo. Teníamos dos gigantes y tres cabezudos que eran propiedad del Ayuntamiento y estaban un poco deteriorados. En un encuentro en Zamora, nos dimos cuenta de que había que hacer algo más y nos pusimos manos a la obra, creamos la asociación, restauramos esos gigantes y cabezudos, y empezamos a crear figuras nuevas», recuerda Herminio Rodríguez sobre los inicios de la entidad, que también cuenta con grupo de música con dulzainas, tambores y gaitas.
Él mismo carga uno de los gigantes, La Reina, uno de los de mayor envergadura, con 3,5 metros de altura y unos 40 kilos de peso; pero también toca en el grupo de música. «Hago una labor multiusos dependiendo de las necesidades de cada desfile. Si se necesitan músicos, voy a los músicos, y si se necesitan cargadores, no tengo problema porque he cargado con todos menos con El Rey», explica.
En este caso, bien podría decirse que más vale maña que fuerza, ya que más que el peso de la figura, lo que importa es el equilibrio. «Si tienes equilibrio, tienes mucho ganado, pero si no lo controlas, por fuerza que tengas, cualquier golpe de airea te puede llevar porque la altura es mucha», señala.
Herminio Rodríguez, como todos los miembros de la asociación, echará de menos estas actividades. «Es una vía de escape, un desconectar de la vida diaria. Estar con gente de diferentes culturas y de diferentes zonas te va enriqueciendo y lo echas de menos, como no», afirma el presidente, quien cree que extrañará, sobre todo, los encuentros con viejos conocidos con los que comparte esta afición.
En la Asociación Amigos de los Gigantes y Cabezudos de Camarzana y en la propia localidad no han tenido que lamentar ningún contagio por coronavirus hasta este verano. «La verdad es que la gente se ha esforzado y esperamos seguir como hasta ahora», desea Herminio Rodríguez con la ilusión de que estos apreciados personajes puedan volver cuanto antes a recorrer las calles y a anunciar las fiestas de los pueblos.